lunes, diciembre 6

Y que las promesas zarpen los domingos por la tarde.

Han violado a mi cerebro las ganas de follarte cuando estés sola, 
antes de que llegue tu novia. 
Tienes las tetas más dulces que las galletas. 
La cara se te descompone en mil colores para bien, 
saltas más alto que cuando hay coca visitando tus venas. 
Mis pulmones se desvanecen en el infinito y las estrellas no tienen color. 

Fumo para quererme más. 
Llevo pastillas debajo de la lengua que mordiste en ese pasado oscuro, 
para comer algo que fortalezca la tinta que suelta el alma desde que decidimos irnos a la mierda. 
Y tengo en el cajón de recuerdos los trozos de palabras 
que guardaste para el ángel que apagó mis jodidas llamas. 
No me gusta hablar del pasado. 
Pero no tengo nada que contar del presente y no creo en el futuro.  
Hay maricas en el ascensor comiéndose los morros a bocados de cordialidad. 
Qué asco de navidad.

Odio el mundo que pisas. 
Odio lo que tengo que tomar para verte como si nada.
Y tengo miedo de que todo cambie a peor.
Más tiempo así y me corto la yugular antes de que canten las campanas de Sol.

Deberían arrastrar a los valientes que dicen "te quiero" tan pronto 
como se olvidan del exterior podrido que emana de esos corazones enrojecidos. 
Y me palpitan los deseos de pertenecer(te) para señalarte cuando las cosas vaya de mal en peor, 
se han tirado de un octavo las ganas de entretener(te) con cartas de desamparo.

Un círculo de alcohol y horas de vigilia rodean mi cuerpo desnudo 
en la cama que fue testigo de lágrimas que hoy borraría de los diarios que me persiguen.
Salgo corriendo y no me veo. Salgo corriendo y me tiro al mar. 

Me ahogo cuando me entretengo a charlar con las algas que aparecieron al final de la caída. 
Un refrescante recuerdo de los que me hacen temblar, de los que odias vislumbrar.



"Es el mundo el que se empeña 
en ponernos siempre a prueba,
y es que sabe, no podemos ganar.

Mañana será distinto, trataré de no ser yo,
para interesarte un poco, emborrachar tu corazón,
pero ahora déjame solo, quiero olvidarme de ti,
para vivir otras vidas y volverte a conocer.

Y después, que nos dejen en paz,
que nos dejen en paz.

No quiero que dudes nunca,
que eres mi sangre entera,
pero ahora, ahora déjame en paz."

jueves, diciembre 2

Sigues esperando que suceda algo que nos acabe separando.

Te has maquillado para la ocasión: labios secos y ojos húmedos. Hay música en tus dientes, tiritan en el silencio de la última llamada que me hiciste antes de citarme en la línea del final. Yo me puse la camiseta ancha que desfavorecía mi figura, los pantalones de nuestra primera cita. Cené sola. Esperando a que sucediera algo que cambiara mi opinión: el final está tan cercano como mis sueños lejos se encuentran

Te bajas del taxi sin ganas de aterrizar, estás todavía en ese paisaje lunar donde hicimos el amor más de mil veces antes de hacernos daño. Paseas, con la boca cargada de excusas, "que esto podría alargarse más". Que no teníamos que arriesgar y tirarnos al vacío por las tonterías que me hacen vomitar, de repetitivas. Te cojo de la mano, te llevo hasta donde tengo fuerzas, te aviso de que no cuento con las soluciones de nuestra parte. Y en la rutina de verte llorar, nacen en mi corazón el dolor y las ganas de quererte, no puedo más. Aquí frené

Y ahora, tendríamos que anotar las cosas que debemos hacer para que una amistad florezca del rencor al que nos sumaremos cuando pasen horas. Y por qué a nosotros. Que lo dimos todo, que quisimos más con el alma que con el cerebro, que ya no encontramos palabras ni para decir lo precioso que era observar las líneas de la sábana marcadas en tu espalda. La luz que entraba por la ranura de las persianas, te ponían nerviosa y me despertabas para calmarte. Comimos trozos de tierra para hacer más pesado el vuelo y no chocarnos con el sol. En la luna están grabados nuestros nombres con un corazón desecho.

Y cuando admito que soy más yonqui que siniestra,
que lo que me hace temblar son las pastillas que tomo
para olvidar que algún día me daré cuenta de
lo imprescindible que eras en mi vida. 
Pero siempre habrá alguien que te quiera más. 

Aún así, descifré de tu susurro:

"No dejes de llamarme antes de las doce. Ni de contarme que odias al mundo. Ni dejes de asustarme con el fin del mundo cercano, aunque ya no pueda hacerte creer que todo va a cambiar. No quiero que me dejes de querer aunque sea solo un poco, porque sé que el día que lo dejes de hacer... vas a desaparecer. No te olvides de comer a cada hora lo suficiente para no vomitar. Recuerda que si ingieres más de la cuenta, los colores se convertirán en blanco. Y punto final. 
No quiero batallas. 
Todo lo especial de lo nuestro, es que solo luchamos por querernos más. 
No vamos a destruir lo que el tiempo ha obligado a dejar atrás". 


Y hoy, amanezco con fotogramas de la última vez en mi cabeza. 
¿Ya he desaparecido? ¿O desaparecí, y estoy volviendo a ello?