domingo, julio 1

Oídos celosos del protagonismo del fútbol en días en que se cae el mundo

"Bueno, bueno, me mantengo tranquilo. No se inquiete. No se fíe usted demasiado, por lo demás, de mis enterneciomientos ni de mis delirios. Son dirigidos. Vea, ahora que va a hablarme usted, sabré si he alcanzado uno de los fines de mi apasionante confesión. En efecto, siempre espero que mi interlocutor sea un agente de policía y que me detenga por el robo de Los jueces íntegros. Por todo lo demás, ¿no le parece? Nadie puede arrestarme. Pero ese robo sí cae bajo las esfera de la ley y yo lo combiné todo para hacerme cómplice de él; oculto este cuadro y lo muestro a quien quiera verlo. Entonces usted me arrestaría. Sí, sería un buen comienzo. Acaso en seguida se ocuparan también de todo lo demás, y entonces me decapitarían, por ejemplo; yo ya no tendría más miedo de morir y me salvaría. Usted levantaría mi cabeza aún fresca ante el pueblo reunido, para que la gente se reconociera en ella y yo volviera de nuevo a dominarla. Sería ejemplar. Todo quedaría consumado. Yo habría terminado, sin pena ni gloria, mi carrera de falso profeta que grita en el desierto y se resiste a salir de él."


La caída
Albert Camus.


Qué día más acuático,
Dios.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Guapos y guapas