jueves, marzo 3

NO APTO PARA PERSONAS NORMALES

No se puede perdonar algo como esto. La verdad. No me voy a partir la lengua argumentando qué está bien, qué está mal. Ni me voy a tragar el humo de todas las promesas que le hago a la madrugada de cada día que revientan mis tímpanos escuchándome gritar de tanta ignorancia.

Tan poca cabeza. Hacer llorar a alguien por romperle el corazón, já. A mí me rompe el corazón la poca palabra y el poco cuidado en los gestos de cada imbécil que sostiene palabras manidas en sus diálogos. Dan asco. Mucho asco. Y la cara dura de cada personaje de ciencia ficción vestido con trapitos de primera mano, proveniente de países orientales y manos menores de edad. Enfermedades que no curan por muchas pastillitas que puedas tragar, el agua está envenenada, los ríos llevan cuerpos de personas desaparecidas. Niños con barrigas infladas de esperanzas que sobreviven cogiendo moho en sus bronquios. Silencios abundantes en los discursos que solucionarán el mundo. Rabia contenida en encías de mercurio que se hacen cachos al resonar en nuestro cerebro tantas verdades hechas trizas.

Y razones que se tienen en cuenta después de escupirlas.

Mi alma discute con el viento si cortar mis venas antes de que mi melena crezca atenta a cada latido inhumano que nace en cada cuna, en cada casa, o continuar caminando haciendo zigzag entre los cubos de basura que se visten de… ¿personas?

 Ver mi sangre recorrer mi cuerpo disecado ante la barbarie de la cantidad de cabezas sin cerebro que vigilan las puertas de este mundo y atiendo a lo último que se me ocurrió cuesta abajo del puente que recorro cada día, casi a la misma hora, con el mismo frío:

“Tened cuidado, que puede ser que cuando salgas a la calle encuentres a un hombre cogiéndole la polla a su amigo (sí otro chico), mientras el otro se deja caer al suelo para hacerle una mamada a su profesor, a la vez que se pajean babeando los telespectadores.

Cuidado, que puede ser, que algún día de estos os resbaléis con el liquidito que sueltan las mujeres cuando se masturban viviendo sus 100 años de soledad en la sociedad posmodernista.

Y atención, que puede ser que un sorbo de tolerancia hiperventile vuestras arterias y tembléis, os enamoréis de alguien que al desnudarse parece poner un espejo frente a ti.

Cuidado, que puede pasar mañana mismo, en esta sociedad de gays y lesbianas”.


Cosas que pasan a gente no-normal.




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