martes, agosto 16

I wish I could reach your cancer when you turn black.

Nunca entendí lo de tener la tierra a mis pies, abriéndose de patas, tirándome las bragas. Quizás nunca la tuve y simplemente la sentí; de esos días en que dices todo lo que se te pasa por la cabeza con tal de echar fuera fuerzas que te sobran en tu escuchimizado cuerpo. Eso, solo me pasó con cierta edad, a partir de ella todas las plabras que cruzaban mis dientes, antes eran analizadas por la saliva, la garganta, la traquea, el cerebro, el corazón, los recuerdos, los miedos, la sangre, la vida.

Yo no puedo hablar así. Ni yo ni nadie que sea tan cobarde, histérico y maniático-controlador como yo. Tengo ese demonio interior que me hace ver los efectos secundarios de las palabras mal colocadas, esas conversaciones con las sienes de mi alma, chocando la frente contra la pared. Siempre he defendido mi última relación personal. Esa chica, a la única persona, hasta ahora, que le dije toda la verdad sobre mí. Incluso ni la chica de ojos azules sabe esto: le tengo terror a la noche. A sus estrellas, a la luna. Quizás por eso fumo sin parar, llenando de humo y fuego mi vida, cubriendo los huecos que deja Soledad en mis venas con bombones de fresa y melocotón, atrapando al tiempo con series de televisión a las que le dio tiempo de triunfar y fracasar, e incluso, dejar de existir. Los días pasan, con sus madrugadas, cargadas de mis ojos abiertos y ojerosos, rezando porque pase rápido el temblique de dedos, leyendo los libros que nunca recordaré en el momento preciso, acordándome de todo lo que olvidé hacer.

¿Cómo lo disimulo? Creyéndome patrañas. Patrañas que de tan enrevesadas, acaban arrancando minutos a la realidad, mi realidad. Y me enamoran, me odian, me visten, me hacen comer y llorar, me duchan, me peinan, me cantan nanas. Y las semanas, se van hilando en el diario de tragedias que firmo cada vez que doy un traspiés y me acuerdo de los imposibles a los que me atrevo a juzgar y creer vitales para que mis pies sigan andando hacia delante.

Si alguna vez digo la verdad, sobre mis temores, sobre mis amores, será aquí, disfrazada de letras y canciones. Porque eso es algo que no puedo evitar, que tú seas esa enfermedad. Tan encerrada dentro de mí que por mucho que retumbe, jamás nadie te escuchará. Unos días entretenida con mi risa, otros con mis instintos suicidas; la adrenalina de tener el poder de atraer visitas no bien recibidas.

Tu camino, despellejando cada milímetro de piel, contorneando cada sonrisa, separando mi yo con miedo a la noche, del yo que toma cafés y cigarros en la plaza donde las putas ganaban pasta no hace tanto. Tu camino, tan enfermizo, me hace ser mentirosa y cruel, me hace suicidarme en cada fotograma que tengo de ti y tus pataletas, tus vergüenzas, tus lenguas.

Tu camino, mi suicidio. Mi final, envuelto en celofán, mi cuerpo brillará para siempre. Tu camino, tan calcado en la orientación de mis arterias, arrastrándome por películas de terror. Tu camino, mis ganas de irme por mucho tiempo. Tranquila, sin nadie, sin tus días inoportunos.





"Broken hymen of your highness I'm left black.
Throw down your umbilical noose so I can climb right back"
Heart-shapped box. Nirvana.

- Siento ser pesada con ellos.
Él. O quién sea.
Pero realmente,
es lo único que entiendo desde hace una semana.



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