Crecer, crecer y crecer. 
Y nunca parar de crecer.
Decidir entrevistar a las vísceras que sustentan manías, aquellos hilos de conversación que siempre dejamos caer en las cargas de cafeína que nunca tomamos. En la nicotina que nunca consumimos. 
Arruinarte, quererme. 
Y aquí se para el tiempo y la reflexión (que continuará en mi habitación pequeña y oscura), y brillan las trayectorias y las sonrisas que no veo desde hace milenios. Tristeza. Realidad. No lo sé. 
Y pongamos los puntos, las comas y separemos el texto. Acabemos. Por fin, acabemos de verdad.
"Él para su persona es un monstruo, un problema. Yo, yo soy otro problema para ella. 
Un dinosaurio violeta y con abundante melena, fuego en la boca, materia dolorosa ahí, en el fondo del rojo de mi corazón. Tengo aceptado que jamás volveremos a vernos igual que aquellos años. 
Ellos tampoco lo harán.
Ellos tampoco lo harán.
Y no tengo miedo, ni nostalgia. 
Ahora tengo canciones que dedicar e historias que contar."
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