lunes, julio 18

Quiero mi parte de lo bueno.

Se ha hecho tarde para pedirte perdón 
por tanto desnudarte en mis sienes.

Fui a romper tu corazón con diamantes, para verte reír. No fue más que la tontería más grande que hice en mi camino de circunstancias. En la guerra de pasiones engendradas en noches alcohólicas, pude observar mi derrota. Los dedos me sangraban de ver cómo te rompías, colmando tus vicios cambiando las horas de los relojes que te obligaban a morir.

Y es que olvidaste comentarme que, tu piel está hecha con cartón criado bajo la lluvia de la ignorancia, tan duro como la piedra. Que tus ojos están envenenados de ver tantos cielos caídos a tus espaldas y tantas estrellas jugando a no ser nada. Esa boquita que gritaba “arruíname”, no ha sido más que la nana con la que te dormías al llegar a este mundo tan ingenuo. Cuando los diamantes te entretuvieron, pude destrozar poco a poco tu interior. Mil espejos cayeron, ahí estaba yo y mis excusas reflejadas, de todos los días que te quise en silencio. Todo lo que había alrededor se puso triste y no pude soportar el llanto de la vida, que tus venas estaban encharcadas de dolor. Decidí llevarte a casa y curarte, con saliva y tiempo, te hice a mi cuerpo. Pero jamás entenderías más allá de los huecos de la nariz y las orejas. Casi gilipollas, te marchaste cojeando de mi caverna y entonces, pude dormir. Pude vivir.

Solo te puedo decir: qué pena ser así.”


"Una vez, si mal no recuerdo,
me tenías en la punta de los dedos.

Asustado, sintiéndome enfermo,
como una temporada en el infierno.
Intentando ver una salida,
encontrando más problemas todavía."





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