miércoles, julio 6

What's wrong with you? I'm ordinary.

"Si bien la naturaleza provee las materias primas, el hombre debe empeñarse para sobrevivir. Si no fuera así, todavía estaríamos en el Edén.

En el mundo de Disney, nadie trabaja para producir. Todos compran, todos venden, todos consumen, pero ninguno de estos productos ha costado, al parecer, esfuerzo alguno. La gran fuerza de trabajo es la naturaleza, que produce objetos humanos y sociales como si fueran naturales.

Por lo tanto, el origen humano del producto -de la mesa, de la casa, del auto, del vestuario, del oro, del café, trigo y maíz (que vienen de los graneros, directo de los almacenes y no de los campos, Tío Rico 96) - ha sido suprimido. El proceso de producción ha desaparecido y toda referencia a una génesis también: los actores, objetos y acontecimientos del proceso jamás existieron. Por lo tanto, lo que se ha sustituido de hecho es la paternidad del objeto, la posibilidad de ligarlo con una energía creadora. Aquí hay que volver a esa interesante estructura en que el padre del niño se ausentaba. La simetría entre la falta de producción biológica directa y la falta de producción económica no puede ser casual y debe entenderse como una estructura paralela única que obedece a la eliminación de este mundo del proletariado, el verdadero generador de los objetos o, en palabras de Gramsci, el elemento viril de la historia, la lucha de clases y el antagonismo de intereses. 

Disney exorcisa la historia: mágicamente expele el elemento reproductor social (y biológico) y se queda con sus productos amorfos, desoriginados e inofensivos, sin sudor, sin sangre, sin esfuerzo, sin la miseria que estos productos crean ineludiblemente en la clase proletaria. El objeto en verdad es fantástico: no hay para qué imaginar lo desagradable que termina relegado a la sucia cotidianeidad y a los barrios marginales. Lo imaginario infantil le sirve a Disney para cercenar toda referencia a la realidad concreta. Los productos históricos pueblan y llenan el mundo de Disney, se venden y se compran ahí adentro incesantemente. Pero Disney se ha apropiado de esos productos y por ende del trabajo que los generó, repitiendo lo que la burguesía ha hecho con la fuerza de trabajo del proletariado. Es un mundo ideal para la burguesía: se queda con los objetos y sin los obreros, a tal punto que, cuando aparece en escasas ocasiones una fábrica (cervecería), nunca hay más de un trabajador, que generalmente aparece como un cuidador (Tío Rico 120). Es como si sólo fuera un agente policíaco, el protector de la fabricación autónoma y autómata de su patrón. Es el mundo que han soñado desde siempre, acumular la riqueza sin enfrentar su resultado: el proletariado. Ha limpiando de culpa los objetos. Es un mundo de pura plusvalía sin un obrero, por diminuto que fuera, al cual darle una retribución."


(1972:101-102) Para leer al pato Donald, A. Mattelart & A. Dorfman.

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