lunes, febrero 14

Ten cuidado, estoy muy cerca.

Escucha, una vez, antes de que te tropezases con mis hilos, me contaron la historia de los enamorados.

Esta historia consta de dos personas que han construido su cuerpo solos (con sus experiencias feas y bonitas, de esas que se escriben en la memoria), que se encuentran y, si hay suerte, uno de ellos tendrá corazón de sobra para querer por dos y así, continuar andando unidos por el destino que dicen que está escrito en nuestras manos. Coser alma y razón para enterrarlos lejos del conjunto de huesos y venas que visten, que pasen los años y las mentiras se amontonen entre las cosas por hacer. Pasados nosécuántos veranos, tocará el septiembre o el abril en el que romperse; el corazón se parará y se escucharán canciones que te dan la razón: tu vida es una mierda.

Y quien pierde no es el que tenía corazón de sobra ni al que le faltaba algo entre las costillas, sino el que ha dejado de hablar, ha desaparecido en el mismo momento en el que Cupido le arrancó la flechita sin preguntar, el oxígeno entró en la herida y lo de siempre: infección y muerte trágica (de estas que solo las películas explican de forma detallada, te hartas de llorar y tatúas el nombre de la protagonista encima de la línea vertical que va justo debajo de la espalda: tu culo).

Total, quien pierde es el que se da cuenta que al volver a casa, ya no tiene a quién llamar diciéndole que está harto de que le moleste cuando está trabajando, encender la televisión, hartarse a chocolate y llorar hasta que llega el sueño acompañado de las pesadillas en las que alguien mejor que tú, cuidará a esa persona que tú dejaste escapar.

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